jueves, 25 de noviembre de 2010

No aquí

A veces quisiera desaparecer completamente. Sublimarme completamente como los buenos recuerdos; como esas experiencias de una felicidad increíble donde no hay nada que enturbie el éxtasis.

Parece dificil creer que sucedieron, ¿cómo pudo ser tan perfecto? ¿cómo pudo haber terminado? ahora el recuerdo no se diferencia entre la memoria de un sueño o de la realidad.

Los trozos de recuerdos regresan sin orden cronológico, en una marejada ordenados más bien por la trasendencia que tuvieron, mezclados con la voz de mi consciencia y con la fantasía de que volvieran a repetirse.

A veces quisiera hacerme tan ligera como el aire, desprenderme de lo que me ata a no hacer lo que me da la gana. Deshacerme de este trozo de tierra donde nací y poder residir donde sintiera que pertenezco.

Veo una silueta, escucho una risa, percibo una voz. No sé si es la mia o sólo mi pensamiento, no se si lo dije en palabras o en acciones o si lo callé. De nada me arrepiento, solo de seguir extrañando aquellos momentos, cuando parece imposible que se vuelvan a repetir.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Cinco minutos de ataraxia

Hoy fue uno de esos días que parecen no acabar.

Tengo que tomar las fotografías para la clase correspondiente,
terminar de grabar unas escenas,
capturar lo a grabado
editar lo ya capturado,
enviar algunas cápsulas para el radio
terminar un guión
investigar cómo salvarle la vida a mi pez oscar enfermo

Hoy fue uno de esos días que me recuerdan que aunque la humanidad no es buena ni mala, sino que simplemente busca el beneficio, es egoísta al concentrar el beneficio en sí mismos. Un grupo de gente decidió que es beneficioso para ellos hacerme comentarios estúpidos que, sin darse cuenta, me hacen recordar heridas viejas que traen a flote mis instintos más agresivos.

Hoy fue uno de esos días en que a las cuatro y media de la tarde llegué a casa a comer, después de estar desde las siete de la mañana. Le dije a mi mamá que bebí un youghurt como refrigerio y mi sandwich a mediodía como comida, me hizo prometerle que comería de la sopa que dejó sobre la mesa (ella ya iba de salida a abrir su tienda de regalos)

Sin mucho apetito me serví... ¡pasta de coditos! mi favorita. Tomé mi platito y me recosté a medio patio sobre el concreto fresco. El sol da en las paredes blanqueadas y la luz es perfecta para que no lastime mis fotofóbicos ojos. El clima es marvilloso, el cielo es el azul más puro que se puede ver en el inverno en la ciudad, ya que sus corrientes de aire frio alejan un poco de polución. Una parvada de pájaros negros con pecho amarillo pasó volando sobre mi cabeza mientras yo estaba tirada de espaldas mirando el cielo.

Por la mañana me sentí mal, me bajó la presión y la gripa me atacó peor que nunca. Me invadieron los gérmenes, los malos compañeros y me atacaron los desánimos y los malos recuerdos evocados.
Hace unos minutos fue la dosis de placer moderado del día que más he disfrutado. Sencillamente descansar cinco minutos en mi patio comiendo acostada sobre el concreto mi pasta favorita.
No era un éxtasis, pero tampoco sentía el dolor de la mañana: el justo medio de la ataraxia

Aún tengo algunos detallitos que terminar de deberes escolares, pero no hay nada mejor como el recordar el fin mismo en que la vida trasciende, que es disfrutar los placeres llamados "del alma" (aunque yo no diferencío entre alma y cuerpo) Y recordar que lo que hago, tras sortear sus obstáculos, es con el fin de vivir una vida que metafóricamente se resumiría como esos cinco minutos en mi patio.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El día que me robaron las ideas

Antes del juego (preludio)
Desde segundo de secundaria me habitué a una agenda. Acomodo qué hacer cada día y eso me ayuda a tener tiempos libres. Programo más o menos qué haré y cuanto gastaré en la semana para poder despilfarrar el resto. Anoto todo para no olvidarlo, aunque a veces olvido que lo tengo anotado.

Una noché soñé algo realmente extraño que a la vez era coherente porque tenía cierto orden cronológico poco usual en mis sueños. A la siguiente noche fue la continuación que fue a concluir con una tercera parte. Ahí estaba mi nueva historia (historas informes que no me atrevo a llamar novelas). Cuando escribo algo tardo meses anotando la estructura de los personajes, los capítulos, los temas... hasta que llega el día en que me pongo a escribir. Como eran tantas ideas decidí tomar una agenda sola para lo que se me ocurriera sobre esa hisotira.

No creo que quien la tenga ahora lea esta nota, pero si llegara a suceder espero que atesore lo que se llevó. Reconocerá la agenda porque tiene por todos lados anotadas las palabras "El jardín"

Crónicas de dos secuestros
¿Alguien a dejado una denuncia en el ministerio? A una amiga de mi mamá le robaron su coche afuera de la PGR cuando acompañaba a una tercera a declarar sobre no se qué asunto. El día que "denuncié" en la escuela el robo de mi agenda personal sucedió algo parecido.

Se llevaron una libreta con las fechas apuntadas de mis exámenes, notas  de la cita con el médico, de cuánto planeaba gastar, de qué días debía trabajar, de citas con el fulano de entonces, de días en que andaría con camelias rojas. Qué interesante.... la vida perfectamente desorganizada-pero-agendada de Laura en manos de alguien más.
Fue estresante pensar que alguien más tenía mi vida privada ante sus ojos. ¿Dije vida privada? si en ese momento sentí invadida mi privacía, con lo siguiente sentí violado el templo de mis ideas.

Lo interesante de pensar y escribir es que nadie más sabe lo que piensas a menos que le muestres el papel. Y  escribirlas en papel es como tentar al miedo mismo a que nos arranque la intimidad de la nuestra voz que escuchamos en la cabeza. Es, sin embargo, un riesgo a correr si se tiene una memoria de teflón como la mía.

Se robaron la segunda agenda, donde tenía escrito todo lo referente a la historia del jardín. Fue peor que me robaran esta segunda agenda a la primera. La segunda, la agenda de las historias, era la verdaderamente personal. Un sinfín de mapeos indescifrables que mostraban la estructura social de mis personajes fueron a persderse; algunos estúpidos poemas (porque la poesía no es lo mío) que me gustaría recobrar para entender cómo puder haber soñado con la muerte de mi abuela cuando hacía años que no la veía; unas cuantas notas sobre cómo hacer literarios mis propios miedos.

No logro entender con qué fin robaron las agendas. La primera era bonita y vistosa, pero la segunda era una baratija. Si las robaron por molestar, en lugar de cumplir su objetivo, me hicieron pensar que no era el momento de escribir esa historia; si fue para invadir mi vida, dudo que puedan entender qué significa cada cosa anotada ahí.
Quién sabe donde fue a parar la materia prima de una historia aún no escrita. Quizá a la basura, quizá a un arcón de trofeos de malicias. No tengo ni idea.