sábado, 24 de diciembre de 2011

Tu Ciudad

Esta ciudad tiene color a tí,
en sus ladrillos guarda la nostalgia
de cuando te vi partir.

Tiene en su tierra el retrato
de tu iris cuando me ves
y en cada huella guarda
besos del glorioso ayer.

Ciudad de colores verde, azul y gris;
nubes viajeras cruzan por lo alto
y en el aire aroma a tí.

Noche de negro, naranja y azul,
manto luminoso de ciudad encendida.
De mis alas despliego el tul
para llegar a tu morada escondida.

Esta alma tiene olor a tí.
En su llanto sordo esconde la tristeza
de cuando te ve partir.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Olvido diario

Poco a poco la rutina
y unos tragos de alcohol
nos sembrarán la terrible duda
si lo nuestro realmetne sucedió

Me pierdo entre la noche
las estrellas fugaces en el parabrisas
un tumulto de gente con mil sonrisas
y el estruendo de un accidente de coche

Poco a poco el día a día
y unos tragos con paracetamol
anesteciarán la enfermiza idea
de que esto fuera amor

domingo, 23 de octubre de 2011

Las historias por escribir

Todos tenemos algo que escribir.

Un status
Un tuit
Una nota
Un blog

Estamos hechos de palabras y llenamos el mundo de frases. Un poema por aquí, una historia por allá, una opinión por todos lados. Dos años pasaron hasta que encontré varios blogs de excompañeros del diplomado de literatura. Son diferentes, notorio es su estilo;  pero sin importar si son poetas, cuentistas, ensayistas, dramaturgos, novelistas… todos tienen algo que escribir.

Muchos proyectos multimedia actuales carecen de trascendencia, de sentido siquiera. Están hechos al vapor por olvidar su raíz literaria: el guión. Cine, teatro, series de televisión, documentales, telenovelas, programas de radio, podcast… esperan por personas con ánimos y conocimientos para escribir.

Cuesta trabajo pensar que se etiquete “en crisis” al gremio de los guionistas, no sólo de América latina sino anglosajona, habiendo tantas personas con ansias por escribir. Es difícil enfrentar la realidad que los escritos de jóvenes más distribuidos se limiten a novelas intrascendentes.

Los diferentes blogs demuestran que por lo menos hay un puñado de gente en la Laguna que tiene mucho que decir. Y muchas mejores páginas que escribir. Esperemos que este siglo no tenga otra “generación perdida”, por lo menos desde la trinchera de la literatura.

¡Felicidades a los graduados del Diplomado en Creación Literaria!

domingo, 16 de octubre de 2011

Minas Misteriosas

Falta de creatividad. Se agotaron las palabras. Ratos infértiles. Malas rachas. Situaciones poco idóneas. Falta de inspiración. Ausencia de musas.

En pocas palabras: bloqueo de escritor.

Hace meses que no escribo para este blog, apenas he dedicado unas frases a la pseudocosa que llamo novela en la que trabajo. Coincidió con mi cambio de prácticas a la redacción de Urbana. En un principio pensé "me agoto mis palabras diarias en los reportajes", pues aunque no lo parezca el ejercicio mental de escribir por obligación es agotador. Pero como los deportistas, a mi cerebro se le quitó lo bofo y aunque no soy una máquina de palabras, sacaba los trabajos a tiempo.

Terminé mis prácticas, me fui de viaje y conocí otra gente. No fui precisamente a relajarme y poner la mente en blanco ¡que horror! sino a vivir nueva experiencias para escribir. Pero apenas se pone ante mi la página en blanco y las palabras se me atoran, me asfixian. Es como cantar una canción pegajosa y olvidar un verso...

Hay tantos personajes que están incubándose en mi mente, tantas vivencias que les voy planeando... pero nada. Escribo una, cinco, veinte cuartillas y todas a la basura, no me gustan. Son planas, insípidas, aburridas. Intento encontrar una razón para esto y sólo encuentro una posibilidad: la mala racha en la que estoy.

Las cosas no son precisamente lo que quisiera, los días son planos y me encuentro entre dos respiros sin poder dar el siguiente. Algunos eventos como juegos de rompecabezas me dicen que la vida  tiene un gran sabor, pero se esconde. Personas que van y vienen, maravillosas experiencias, instantes inolvidables.
Pero se bloquean las palabras, o salen en un caos inisteligible.

Sin embargo, confío en que saldré bien librada de esta. Es cuando me pongo a pensar en todo lo que escribiré cuando, como presa rota, salgan toda esa parrafada. No soy fanática del dolor, ¡ni mucho menos! pero cuando es inevitable sirve recordar la frase de uno de mis favoritos, que a veces se vuelve como un mantra para mí.

"Es necesaria la desgracia para descubrir ciertas minas misteriosas de la mente humana"
-Alejandro Dumas, "El conde de Monte Cristo"

Y cuando salga de este calabozo temporal... ¡qué tesoros vamos a encontrar!

jueves, 30 de junio de 2011

Una extraña coincidencia

Alias: si yo creyera en los mensajes del destino.

Hoy me sucedió algo realmente curioso.
Desde hace tres semanas hago mis prácticas profesionales en el Siglo de Torreón (si, ya hasta lo escribo con mayúsculas xD) y ha sido una buena experiencia. No tengo trato con reporteros ni editores, pues estoy en el área de internet, pero si me entero de incontables rumores locales, chismes de oficina y gages del oficio. Pese a esto sigue sin interesarme del todo dedicarme al periodismo profesionalmente. Es irónico, ya que una de mis metas en la vida es ser escritora publicada, y muchos escritores que admiro son o fueron periodistas.

Hoy al regreso, el clima era fantástico: nuboso y a una temperatura agradable, con viento fresco que da tregua a los 40º que tenemos normalmente en el verano a medio día. Tomé mi asiento en el camión, saqué un librito de bolsillo y busqué la página en la que me quedé. Estoy releyendo 'Desayuno con diamantes' gracias a que Abi me la recordó y quiero tenerla bien fresca antes de ver la película.

Es un libro viejo que compré a cinco pesos en la parada del camión hace tiempo. ¡Dos cosas que amo: los libros y las cosas baratas! Abrí la página 45, en donde Holly y la mujer atísima pasan el chisme de temas amorosos; pero en eso el viento arrebató la página y el libro se abrió en donde alguien, más de tres décadas atrás dejó un recorte como separador. ¿Adivinan qué era ese recorte? ¡Una viejísima edición del Siglo! Se lee en la esquina el nombre del periódico con la tipografía que permanece y un trozo de anuncio de esos dibujados con caricaturas. El libro fue impreso en 1975, así que ese recorte no tiene menos de treinta años. Un recorte de periódico, en un libro escrito por un periodista leído por alguien que practica en un periódico.

Si creyera en el destino, diría que ese fue un mensaje de lo que debo hace con mi futuro. Afortunamente el destino me vale un comino  y voy haciendo mi historia a como me da la gana. Lo más curioso es que antes no me percaté de ese recorte, lo que me dice que es buena idea releerla, pues debía haberme saltado páginas por esa necedad de no usar separadores como práctica mnemotécnica.

Ese pequeño evento me alegró el día. Reí del asombro y soy consciente que varios pasajeros debieron mirarme con curiosidad. Me encanta encontrar extrañas coincidencias en la vida cotidiana, y me alegra que aunque la vida me ha enseñado a ser escéptica y hasta fría, sigo teniendo un sentido de asombro hacia la vida misma y lo que en ella sucede.

miércoles, 15 de junio de 2011

Cosas de practicantes

Primeras impresiones
El miércoles, alegre día de mi cumpleaños, fui a entregar mi carta de practicante al Siglo del Torreón.
En Acuña y Matamoros se alza algo más parecido a una fortaleza que a una redacción. “Antes eso tenía cristales” comenta madre; no sé hace cuanto cambiaron, mínimo cinco años atrás, pero la fachada ahora es mucho más resistente. O quizá no eran vidrios sino espejos, no sé, no confiaré en mi memoria.
Por la entrada de la Matamoros hay una puerta de cristal de una sola vista, soberbia por su elegante austeridad pero opacada por una reja de seguridad. La verdadera entrada es una puerta metálica al lado. Toco el botón del intercomunicador, explico a qué vengo y suena la chicharra que destraba la puerta unos segundos para darme paso. Tengo que repetir el proceso del timbre porque a la primera no agarré fuerza suficiente para empujar la puerta -completamente-metálica. ¡Uf! Ya estoy dentro.
Me paseo nerviosa, me maquillo, ojeo el periódico. En lo que espero a la encargada de recursos humanos me encuentro con un excompañero de la universidad; trabaja en el SigloTV, lleva un cinturón con el logo de Legend of Zelda y fue por cámaras para cubrir un evento de videojuegos, como anillo al dedo su trabajo.
Minutos después entra un sujeto corpulento, vestido de forma llamativa, peinado a la moda juvenil y con lentes ostentosos. Habla fuerte y cuenta una anécdota que entre escucho. “Y les dije... ¡cómo vamos a publicar eso, este es un medio de mucha credibilidad... y le siguieron.... y nos amenazaron.... bueno ya sabe, cualquier cosa rara, gente extraña, bajamos cortina y de aquí no entra ni sale nadie” Tragué saliva. Ningún sicario, narcotraficante o alborotador me arruinaría mi cumpleaños. Sin embargo, pensé que de igual manera en que con su voz y forma de vestir el tipo atraía la atención de todos, estaba exagerando lo ocurrido para tener algo que contar. A los laguneros en general nos encanta contar cuál película de acción vivimos en el puente cuando fue la balacera, como evento que rompe la monotonía de nuestras ciudades.
Rato después y trás una breve charla con la licenciada, ya soy practicante en el periódico en el área de internet. Desde este lunes, si hay errores de dedo (de ortografía no me las perdono) en las soft-news del portal de internet, ya sabrán que fue mi culpa.

La decepción del día
Comencé a revisar la hemeroteca en busca de hacer un recuento de cuándo empezó, y cómo ha sido nuestra percepción, de la locura del plomo, de los levantones, las mantas y los colgados. Me leí desde la desastrosa toma de protesta de Calderón varios meses de la sección policíaca de la laguna, para darme cuenta que varias instituciones ya estaban en focos amarillos por la ola de la narcoguera, pero que ninguna autoridad lagunera declaraba nada al respecto. “De haber sabido lo que pasaría...”
Eso hacía en mis ratos de ocio vacacionales.
En mis días de capacitación en el periódico me dicen que me ocuparé de las fotos, de sociales, cultura, espectáculos, ciencia y tecnología y demás notas ligeras, las soft-news, que me encuentre en las agencias. Sin embargo, la muchacha que me explica el programa para subir las noticias se encarga de las regionales, por lo que soy testigo de los criterios para seleccionar notas. Vemos una sobre un embargo de armas a “un_grupo_armado” como se cambió el nombre en la nota. Con risa de complicidad me dice que hay cosas que no debemos publicar tal cual, porque luego esa gente llama al periódico para reclamar, en el mejor de los casos. Entendido.
El resto de la semana la he pasado tranquila, entre mi alergia a la tinta (literamente, pues la oficina queda frente al piso de la imprenta) las cinco horas de actualizar fotos, twitter y noticias y borrar comentarios de trolls en las notas. ¿Qué comentarios se borran? No sé si quienes me leen serán de los que comentan, y más específicamente si son de los que arman discusiones taradas en los comentarios, espero que no. Pero sé que en la laguna hay muchos ofendidos que se sienten censurados, por acusar a tal o cual político de pertenecer a este o aquél “grupo_armado” en los comentarios, mismo sentir que a calladas hay entre el personal, pero que de alguna manera hay que acatar.
¿Y lo decepcionante? Pues que mi investigación no pasa de fatua. Me fui con la finta de una redacción que desde hace rato, por sentido común más que por temor, deja de publicar algunas cosas. Solo dentro de uno o dos sexenios saldrán todos los trapitos al sol, cuando esos trapitos ya estén viviendo en otro país fuera de la jurisdicción mexicana.

Lo bonito de lo feo
Y entre los estornudos, las hemorragias nasales y la dificultad para respirar por una garganta inflamada, leo y leo noticias. Una escalera divide a la sección de Internet con la bodega de imprenta, donde las enormes máquinas hacen temblar un poco las tazas de café. Partículas de tinta con base en lo que creo que es plomo vuelan hasta donde estoy. Que patético....
Difícilmente subo noticias de deportes. ¿Cómo les voy a poner título si no entiendo ni jota de lo que hablan? Así que leo, leo, leo... ¡mira una noticia de Erich Segal! ¡Oh, Vargas Llosa en China! ¡A Taibo II lo regañan en España por borlotero!... Ooops... ya hay demasiadas notas en cultura...
Naah... te aseguro a que nadie se dará cuenta, y si se dan cuenta, lo agradecerán ;) Me entero de tantas cosas, ¡y de primera mano! Definitivamente, eso es lo mas bonito.

jueves, 2 de junio de 2011

Los años que pasarán

Es dificil para quienes no hemos estado dentro de la locura de una guerra, una en las formas tradicionalmente conocidas donde dos grupos perfectamente reconocibles se enfrentan, intentar adivinar las emociones que se viven dentro de ésta.

Las historias familiares cuentan que nuestra bisabuela vendía comida durante la revolución, que aprovechó las marchas de los ejércitos para ganar dinero. Mi abuela recuerda que platicaban de esto, ella no lo vivió. Para mi bisabuela la muerte rondaba a sus clientes y a ella misma, las tías la juzgan duramente por sus múltiples parejas y vida errante. Hoy no comprendemos las decisiones que se tomaban viviendo al día, sin más miras de sobrevivir el momento, de conseguir víveres, de evitar los campos de enfrentamiento.

Para la descendencia de esta desintegrada familia de comerciantes la muerte es algo extraño, es algo que sucede de vez en cuando en el hospital al tío abuelo, a la tía enferma, al primo alcohólico. Ver escenas sangrientas corresponde únicamente a la rama de los primos que optaron por la enfermería, contar historias de violencia es práctica de los tíos que frecuentan las cantinas.

Empero, una nueva generación vive un tiempo que le ha hecho ver la vida, la muerte y la violencia de una forma diferente. Cuando tenía alrededor de siete años vi dispararse por primera vez un arma: una pistola semiautomática de nueve milímetros. La víctima fue un tlacuache que osó invadir la cochera y provocó una rabieta de mi papá. La imagen ostentosa del arma, el sonido estridente y la imagen iluminada por los astros nocturnos del pobre animalejo muerto bastaron para estremecerme. Esa arma continúa en casa con el pretexto de la defensa del hogar. Varias veces llegué tomarla, mirándola con morbo y distante respeto, la consciencia de lo que dicho objeto podría causar a un ser humano me erizaba la piel. Esa sensación se esfumó hace tiempo, más o menos cuatro años.

Hoy, diariamente en mi regreso de la universidad hay un retén en el puente del vado, casi todos los oficiales -si es que lo son- cargan armas cuyo tamaño obedece proporcionalmente a su poder. Es una imagen de fastidio, de molestia, de permanecer en nuestro asiento treinta minutos a medio día en una temperatura de cuarenta grados centígrados mientras el tráfico fluye lentamente. Que aburrción son los retenes... Es una imagen de cotidiana aburrición, un peligro al que ya estamos habituados. He vuelto a tomar el arma en casa varias veces, cuando es tiempo de voltear el colchón bajo el que se esconde o de mover los muebles. No sé cuando se hizo más pequeña, mas insignificante, menos temible. No es el arma en sí, sino las vidas que puede quitar. ¿En qué momento se volvieron esas vidas más pequeñas e insignificantes?

Dentro de una década, cuando mi generación sea cabalmente profesionista y la vida diaria, la obligación de manterner una familia o de mantenernos a flote nosotros mismos nos arrastren a la monotonía, estaremos recordando estas épocas. Nos preguntaremos por qué hacíamos tanto aspaviento por nada, comentaremos entre bromas si recordamos cómo nos preocupaba salir de noche o ir a tal o cual zona de la comarca. En el desgaste diario iremos olvidando lo que sucedió, borraremos de nuestra memoria cómo uno a uno los comercios cerraron, cómo conocidos, amigos lejanos o cercanos desaparecieron o fueron asesinados en el momento y lugar equivocados, quedaremos en una absoluta ignorancia de lo que vivimos y solo repetiremos como anécdotas trilladas aquellas veces que sobornamos a militares o sus supuestos para que nos dejaran ir, o que escapamos al fuego cruzado de una balacera. Hasta que algún día nos preguntaremos si realmente sucedió.

lunes, 24 de enero de 2011

Los homosexuales no donan sangre: IMSS

Fui a recoger los resultados de mis análisis de sangre al IMSS y me topo con este letrero informativo sobre las condiciones para ser donador de sangre. Y aunque de entrada quedo descartada porque peso menos de 60kg, porque he tenido tifoidea y porque ya me han trasfundido, seguí leyendo con curiosidad.


Hay puntos casi obvios, como No usar drogas, No haber compartido jeringas, No haberse tatuado/perforado/acupuntura, pues por estos medios (las agujas) se contagian cantidad enorme de bichos malvados. Sigo leyendo y el punto   dice No practicar la prostitución, también suena lógico: ¿cuántos bichos/enfermedades venéreas no puede traer una persona así? Más delante dice No tener más de una pareja sexual, misma situación que la anterior. Pero ¡que sorpresa! hay un punto que especifica que una persona homosexual o bisexual No puede donar sangre. ¿qué acaso los hematocomosellamen de los homosexuales son dañinos para los demas?


La idea que tengo de la razón de  esa claúsula es por el mito que en general hay sobre los homosexuales y su supuesta tendencia hacia la promiscuidad, el libertinaje sexual y hasta drogadicción. Solo me queda decir: que reverendas tonterías. Si alguno de mis amigos estudiantes de medicina tiene un argumento científico para descartar mi teoría de por qué no permiten a los gays donar sangre, por favor explíquenme.

Lo que me sigue sorprendiendo es la tolerancia hacia la intolerancia. Nos parece de lo más normal la segregación por nuestra sexualidad, como si de eso dependieran las capacidades físicas o intelectuales. Más allá de los programas, propaganda partidista y manifestaciones, están las acciones legales y sociales. Clap clap a las mujeres casadas en el DF que consiguieron seguro para cónyugue del IMSS, fue una noticia de hace mes o poco más que demuestra lo obsoleta y discriminatoria de la burocracia.

miércoles, 19 de enero de 2011

Nunca me aburro, solo me distraigo

Hoy nos pidieron una crónica de nuestro fin de semana, con un ángulo periodístico, para la correspondiente clase. "Noo, este fin no, porque no saldremosy estará muy aburrido" comentaron al maestro unas compañeras.
Interrumpí mis planes mentales medio mitómanos sobre qué escribiría para pensar en lo que dijeron aquellas muchachas.

Me parece increible aburrirse, o por lo menos, dejarse de sorpreder por las cosas que suceden a nuestro alrededor. Hay miles de eventos que pasan desapercibidos, de personas que nos topamos en la calle a diario y que ni recordamos. Hay miles de pequeños sucesos que si bien no son trascendentes nos pueden arrancar una sonrisa, un qué curioso!, un momento de despegarnos del asfalto para pensar en mil cosas mientras el camión llega a su destino.

Al bajar en el boulevard para trasbordar siempre veo a un señor que vende dulces a granel, los viernes le compro siempre cinco pesos de pasitas con chocolate. Un día compré de más para llevar a casa. Mi hermana se sorprendió de saber que era el mismo ambulante (con el mismo anuncio llamativo) que a la hora de su salida está fuera de su escuela. Ella también le compra siempre los viernes unos cuantos dulces. Cosas como esas nunca me dejan de sorprender, y por lo tanto, nunca me aburro.

Aprendí una técnica: apuntar las cien cosas que te agradan o que por más pequeñas que parezcan te producen placer. Correr sobre las hojas secas, mojarse los dedos en una fuente, descubrir coincidencias raras, disfrutar del aire a ráfagas entrando por la ventanilla, escuchar a los pájaros cuando pasan en parvada volando bajo, el olor de una panadería. Cien parecen demasiadas, pero pronto te das cuenta que te faltarán números para escribir todo lo que te agrada cotidianamente. A quienes hayan visto la película Amelie entenderán mejor a qué me refiero con esos pequeños gustos cotidianos, personales y casi secretos con los que uno vive el día a día más amenamente.

lunes, 3 de enero de 2011

Mis tesoros de hoy!

A mis amigos lectores de este blog, ya les he contado sobre mi fascinación con las ventas de usados.

Hoy fui al centro a comprar materiales para hacer peinetas con flores tsumami y en la parada del camión hay una tienda de antigüedades y cosas de segunda mano. Entré a la tienda a cureosear, caminando entre candelabros, juegos de té, jarrones, baúles (que algún día serán míos) pinturas, ropa usada, muebles...

Llamaron mi atención varios objetos rarísimos de encontrar por acá, como una figura de porcelana de Confucio (?) y unos alajeros chinos. Usualmente asociamos lo chino con lo fabricado en serie y de poca calidad, pero estos eran verdaderas artesanías. Al fijarme mejor en un estante con figurillas de porcelana me topo con una simpática mujercita ¡miren que preciosidad!

Los detalles del modelo están perfectos: el kimono con las mangas abiertas al costado y la forma "hikizuri" de llevarlo, esto es, arrastrando y un poco abierto al frente, incluso el tabi o calsetín que asoma tiene detalle.


Nihon-gami son los peinados tradicionales japoneses, el que ella lleva está bien moldeado, aunque ignoro el nombre y ocasiones en que se utiliza. Aquí se ve el Obi que va bien coordinado con el color del kimono, y la marca de "Japan"

A poco no está lindísima? :3
Encontré además otro tesoro: una cajita. Creo haberlas visto en los reallity de maikos en sus tocadores, como alhajeros o polveras.


Tiene una raspadura en la tapa, que me permitió ver la madera de bambú y comprobar que es auténtica.


En la tapa hay pintado un arbol de cerezos (la flor nacional) y un avecita que ha de ser algún tipo de gorrión.


Aquí se puede ver el "kamon" o signo heráldico de la familia. Este es un fénix que no veo muy a menudo. A los lados tiene flores de cerezo "sakuras" que combinan con la tapa.

Nunca pensé encontrar este tipo de objetos aquí en la Laguna... eso me habla de que quizá algún coleccionador vive o vivió por aquí y dejó ir parte de sus objetos. Quizá el abuelo latoso falleció y los nietos vendieron todos los cachibaches que juntaba sin saber qué valor tenían, pues todo esto lo conseguí por un precio de risa.

Ahora esta cajita es mi nuevo alhajero :)

domingo, 2 de enero de 2011

Seis páginas

Varias veces veía en la programación de la televisión una película llamada "La casa rusia". La mayoría de esas veces, cuando el tiempo lo permitía, mi mamá se sentaba a verla con la intención de apreciarla completa y no a cachos como siempre la había visto. Nunca la visto de corrido.

Aunque somos una familia que por costumbre ve las noticias, y yo por obligada costumbre (ah.. la maestra Canel) leo parte de los periódicos en línea, no tenemos en general la costumbre de discutir temas densos de política mundial. Sólo repasamos la típica conversación de El Mundo Según Las Mayorga y de cómo arreglaríamos el mundo mientras nos pasamos el salero en la mesa.

Por la razón anterior, me soprendió que madre quisiera con tanta insistencia ver una película sobre espionaje ruso en la perestroika; nada más denso que ponerse a hablar de la guerra fría y de las muchas fechorías que ambos bloques hicieron. "Esque es con Sean Connery" dijo ella. Nada más motivante para ver una película así que el actor en el 2º lugar de sus amores platónicos. Muy justificable.

Un día paseaba por el parque de mi queridito Lerdo, viendo las baratas en una feria de libros usados. Si las ventas de usados tienen una connotación cuasi-mágica para mí, las de libros son un deleite. Pasearme entre las filas y escoger por diez pesos por libro cuanto título se me antoje sin miedo a gastar en una novela que resulte ser una baratija. En esos estantes polvorientos llenos de libros, ví un título conocido: "La casa rusia" de John Le Carré

Como no es tanto de mi interés ver a Sean Connery, decidí leer el libro en lugar de la película. Pagué diez pesos y me fui a casa. Un libro interesante, sin duda, con un ritmo ascendente y lenguaje típico de las novelas policíacas. Comienza con escenas cotidianas rodeadas de un halo de suspenso en donde uno teme que del tapiz salga el malvado en cualquier momento. A uno de los personajes le encargan llevar un paquete a una imprenta en -paíscapitalista- desde rusia. El paquete es un manuscrito que resulta ser de un autor partidario de hueso colorado del comunismo en la decadente URSS, es decir, algo poco más peligroso que una bomba. Ahí entra el protagosnita detectivesco y comienza la historia de espías, desde Estados Unidos, a Rusia y waaa.

Llegué más que obsesionada a la página cincuenta. Sí, hacia la página cincuenta la trama ya había arrancado y mi interés estaba totalmente sobre el futuro de la espía rusa, el vendedor de libros que llevó el manuscrito y el protagonista detectivesco. Llegué a las cinco decenas de páginas y no pude leer más. Me faltan seis páginas.
No pude simplemente brincarme esas seis páginas porque la trama perdió sentido para mí, no pude atar cabos. El libro de suspenso es ahora un misterio, hasta que vea la película y reviva la historia en el escrito.

Hoy lo reencontré porque estuve desempolvando mi pequeño librero, y depurando libretas y revistas que ya no caben. Pensé en enviarlo a la caja del reciclaje, pero los libros me dan un no-se-que que no tengo corazón para tirarlos (ni para rayarlos o maltratarlos... em, no mucho). La casa rusia volvió a mi librero, a la lista de algún día lo leeré.