sábado, 6 de noviembre de 2010

El día que me robaron las ideas

Antes del juego (preludio)
Desde segundo de secundaria me habitué a una agenda. Acomodo qué hacer cada día y eso me ayuda a tener tiempos libres. Programo más o menos qué haré y cuanto gastaré en la semana para poder despilfarrar el resto. Anoto todo para no olvidarlo, aunque a veces olvido que lo tengo anotado.

Una noché soñé algo realmente extraño que a la vez era coherente porque tenía cierto orden cronológico poco usual en mis sueños. A la siguiente noche fue la continuación que fue a concluir con una tercera parte. Ahí estaba mi nueva historia (historas informes que no me atrevo a llamar novelas). Cuando escribo algo tardo meses anotando la estructura de los personajes, los capítulos, los temas... hasta que llega el día en que me pongo a escribir. Como eran tantas ideas decidí tomar una agenda sola para lo que se me ocurriera sobre esa hisotira.

No creo que quien la tenga ahora lea esta nota, pero si llegara a suceder espero que atesore lo que se llevó. Reconocerá la agenda porque tiene por todos lados anotadas las palabras "El jardín"

Crónicas de dos secuestros
¿Alguien a dejado una denuncia en el ministerio? A una amiga de mi mamá le robaron su coche afuera de la PGR cuando acompañaba a una tercera a declarar sobre no se qué asunto. El día que "denuncié" en la escuela el robo de mi agenda personal sucedió algo parecido.

Se llevaron una libreta con las fechas apuntadas de mis exámenes, notas  de la cita con el médico, de cuánto planeaba gastar, de qué días debía trabajar, de citas con el fulano de entonces, de días en que andaría con camelias rojas. Qué interesante.... la vida perfectamente desorganizada-pero-agendada de Laura en manos de alguien más.
Fue estresante pensar que alguien más tenía mi vida privada ante sus ojos. ¿Dije vida privada? si en ese momento sentí invadida mi privacía, con lo siguiente sentí violado el templo de mis ideas.

Lo interesante de pensar y escribir es que nadie más sabe lo que piensas a menos que le muestres el papel. Y  escribirlas en papel es como tentar al miedo mismo a que nos arranque la intimidad de la nuestra voz que escuchamos en la cabeza. Es, sin embargo, un riesgo a correr si se tiene una memoria de teflón como la mía.

Se robaron la segunda agenda, donde tenía escrito todo lo referente a la historia del jardín. Fue peor que me robaran esta segunda agenda a la primera. La segunda, la agenda de las historias, era la verdaderamente personal. Un sinfín de mapeos indescifrables que mostraban la estructura social de mis personajes fueron a persderse; algunos estúpidos poemas (porque la poesía no es lo mío) que me gustaría recobrar para entender cómo puder haber soñado con la muerte de mi abuela cuando hacía años que no la veía; unas cuantas notas sobre cómo hacer literarios mis propios miedos.

No logro entender con qué fin robaron las agendas. La primera era bonita y vistosa, pero la segunda era una baratija. Si las robaron por molestar, en lugar de cumplir su objetivo, me hicieron pensar que no era el momento de escribir esa historia; si fue para invadir mi vida, dudo que puedan entender qué significa cada cosa anotada ahí.
Quién sabe donde fue a parar la materia prima de una historia aún no escrita. Quizá a la basura, quizá a un arcón de trofeos de malicias. No tengo ni idea.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado lo del arcón de trofeos de malicias. Buena reflexión Laura.

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  2. Hola calistor, gracias por tu comentario.
    Me da gusto saber que a los visitantes les guste lo que escribo y que me dejen saber sus opiniones.
    Saludos!

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