lunes, 27 de septiembre de 2010

Encerrada

Cuando te quitan algo que no es tan necesario, pasa desapercibido. Mis gustos los divido en pasiones y aficiones: me aficiona la costura, la cultura oriental, las computadoras, el cine de arte... Me apasiona la música, la literatura. Hace más de un año renuncié a las clases de piano porque debido al poco tiempo que tenía para estudar no mostraba progreso, y quedarme estancada es como no hacer nada; prefiero desvelarme a no escribir algunos párrafos para un nuevo cuento o la novela que algun día juro terminar.

Me apasionan las conversaciones "sesudas" debatir con gente cero dogmática, de la que puedo aprender cosas nuevas. En primer semestre me di cuenta del poder de la radio en combinación con la literatura: las dramatizaciones, incluso de estudiantes como nosotros, llevaban más emociones que algunas peliculillas. Puede que sea algo tímida con la gente nueva, pero todos mis amigos coinciden en que hablo hasta por los codos. Y como pensaban los epicurios, cuya filosofía me agrada, los placeres que hay que buscar son exactamente esos: una charla amena con los amigos, el disfrute de hacer y contemplar el arte, un buen debate...

El viernes me quitaron las últimas dos muelas del juicio. ¿Motivo? Durante cinco años tuve ortodoncia que se fue a valer madres por las muelas del juicio que desacomodaron todo. ¡Cinco años para nada! ¡Vállanse muelas apocalípticas! Sin embargo me temo que algo fue mal.

La cirugía fue más sencilla, tomó menos tiempo y estoy menos hinchada que la vez anterior, pero una sensación extraña permanece en mi lengua: no siento nada, la comida sabe a nada, las palabras suenan a nada, mi hablar es el dadaísmo más dadá que he apreciado. Busqué en internet por gente que le haya pasado lo mismo para poder tranquilizarme, pero la mayoría de los pacientes coinciden en que tarda alrededor de meses en volver completamente a la normalidad.

Tengo miedo, me siento como encerrada. ¡Justo ahora que entré al programa de radio! ¡Justo ahora que aprendería a impostar la voz! De mis pecados favoritos es la gula, amo el azucar, y ahora comer es no hacer nada, huelo los quequis que cocinó mi hermana pero no saben a nada. Estoy como encerrada, si mi nervio lingual resulta estar realmente dañado, esto podría convertirse en un encierro permanente. ¡Que caos!

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